miércoles, 16 de febrero de 2011

La Tercera Coalición

Napoleón planeó la invasión de las Islas Británicas, y reunió 180.000 soldados en Boulogne. Sin embargo, necesitaba conseguir antes la superioridad naval para llevarla a cabo, o al menos, alejar a la flota británica del Canal de la Mancha. Se elaboró un complejo plan para distraer a los británicos, amenazando sus posesiones en las Indias Occidentales, pero este plan falló cuando la flota Franco-Española al mando del almirante Villeneuve se retiró tras una acción poco decidida de éste en la Batalla del Cabo Finisterre (1805). Villeneuve se vio bloqueado en Cádiz hasta que la flota combinada salió de nuevo el 19 de octubre con destino a Nápoles. Esta flota fue capturada y vencida en la Batalla de Trafalgar el 21 de octubre por la armada inglesa al mando de Horatio Nelson. Napoleón había enviado nueve planes diferentes a Villeneuve, pero éste vaciló constantemente, provocando este desastroso resultado.
Tras este contratiempo, Napoleón abandonó (aunque no olvidó) sus planes para invadir las Islas Británicas, y volvió su atención a sus enemigos en el Continente. El ejército francés dejó Boulogne y se trasladó a Austria.
La serie de conflictos navales y coloniales, incluyendo la llamada Acción de 1805, donde tres barcos franceses atacaron a un navío de línea y un carguero inglés, fueron la tónica de esos meses, y llevaron a Napoleón a su decisión de abortar sus planes de invadir Inglaterra. Esto era también una clara señal de la nueva naturaleza de la guerra. Los conflictos en el Caribe podían tener un efecto inmediato y directo sobre el conflicto europeo, y batallas dadas a miles de kilómetros influían el resultado de las otras. Esto era tal vez un signo de que las Guerras Napoleónicas habían llegado a un punto en el que se habían convertido en una guerra mundial. El único precedente de un conflicto tan amplio y a tal escala fue la Guerra de los Siete Años.
En abril de 1805, el Reino Unido y Rusia firmaron un tratado para expulsar a los franceses de Holanda y Suiza. Austria se unió a la alianza tras la anexión de Génova y la proclamación de Napoleón como Rey de Italia. Los austriacos comenzaron la guerra invadiendo Baviera con un ejército de unos 70.000 hombres bajo el mando de Karl Mack von Lieberich, y el ejército francés salió de Boulogne a fines de julio de 1805 para enfrentarse a ellos. En la Batalla de Ulm (25 de septiembre al 20 de octubre), Napoleón trató de vencer al ejército de Mack con una brillante maniobra envolvente, forzando su rendición sin sustanciales pérdidas. Con el ejército principal de Austria al norte de los Alpes vencido (otro ejército bajo el mando del Archiduque Carlos de Austria había acosado el ejército de André Masséna en Italia con resultados poco concluyentes), Napoleón ocupó Viena. Lejos de sus líneas de suministro, se enfrentó con un ejército austro-ruso superior al suyo y bajo el mando de Mijaíl Kutúzov, con los emperadores Francisco II, Sacro Emperador Romano y Alejandro I de Rusia presentes. En lo que es usualmente considerado su mayor victoria, el 2 de diciembre Napoleón destrozó al ejército combinado austro-ruso en la Batalla de Austerlitz, en Moravia. Infringió un total de 25.000 bajas a un ejército numéricamente superior mientras tuvo menos de 7.000 en sus propias filas. Tras Austerlitz, Austria firmó el Tratado de Pressburg, dejando la coalición. Esto le costó a Austria ceder Venecia al Reino de Italia (Napoleónico) y el Tirol a Baviera.
Con la retirada de Austria de la guerra sobrevino un estancamiento. El ejército napoleónico tenía un récord de victorias imbatibles en tierra, pero la fuerza total del ejército ruso aún no había entrado en juego.

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